Archivo del Autor: Roser Colomar Palazón

¿Cómo vivimos los espacios abiertos de nuestras casas y bloques?

Los famosos metros aprovechables y construidos de una casa siempre marcan una frontera entre lo real y lo ideal. Muchas de las partes de nuestros suelos no las llegaremos a pisar nunca porque estarán cubiertas de duchas, cocinas, armarios o lavadoras. Sin embargo hay un trocito, que a veces es muy pequeño, y otras es grande como un palacio, que algunos aprovechan para tender y otros para cultivar, y que en estas fechas más que nunca es cuando más se agradece: la azotea, la terraza y el balcón.

¿Cómo aprovechamos estos metros? ¿Son para nosotros espacio construido o espacio útil? Se puede hacer un uso común de las azoteas de un bloque de manera que sean metros aprovechables para toda una comunidad? ¿Cómo podríamos reactivar las azoteas de nuestros edificios?, ¿Cómo poner de acuerdo a una comunidad de vecinos sobre los posibles usos y diseñar colectivamente nuestra azotea?, Desde conocidas campañas de publicidad se nos muestra una visión un tanto idílica a cerca del uso y reactivación de espacios abiertos como las azoteas, los balcones y las terrazas, y parece que si tienes una terraza pero no la usas como elemento decorativo y social las estás desaprovechando.

Sin embargo hay múltiples usos que se le pueden dar a los espacios domésticos y vecinales al aire libre, que no necesariamente pasan por convertirlos en un espacio de relax o de jardinería si ese no es el objetivo. Sino que estos espacios pueden convertirse en un taller, albergar placas solares, tendederos de ropa o tener una sola sillita en medio de un balcón vacío que nos sirva únicamente para sentarnos al final del día y ver el atardecer.

Estas cuestiones se las han planteado el grupo Encajes urbanos, quienes se definen como “el trabajo realizado por un grupo de mujeres en el espacio público”. En Encajes Urbanos se plantean, entre otras cuestiones, el uso de las azoteas de una manera útil y a la vez alegre para todo el vecindario, de manera que no solo nos preocupemos por los balcones y terrazas que tenemos en casa, sino que seamos capaces de ampliar lo doméstico hacia lo vecinal. El objetivo de este proyecto es lograr que balcones, terrazas y azoteas tengan una vida y un uso individual y colectivo nacido de las necesidades de un grupo de personas, sin importar que tengan más o menos plantas, muchas o pocas hamacas o una o ninguna mesa a conjunto. Intentando que se usen y disfruten por todos los vecinos de un boque y que a la vez contribuyan al paisaje urbano de nuestro entorno.

encajes urbanos

Foto: encajes urbanos proyecto azoteas colectivas.

Crónica de un cumpleaños. Rodrigo de Guevara número 2.

Después de muchas conversaciones, de una palpable ilusión por realizar un proyecto que nos representara y de una voluntad de trabajar en algo que fuera tan nuestro y personal como colectivo y compartido, nos reunimos en Madrid en noviembre de 2014 y decidimos que nuestro propio bloque sería el primero en celebrar su siglo de vida doméstica.

Han pasado muchos meses, nos hemos presentado a convocatorias, a becas, hemos trabajado en una línea temática relacionada con lo doméstico en nuestros canales digitales, nos hemos entrevistado con revistas y presentado el proyecto en espacios culturales. El panorama para los proyectos culturales no es un camino de rosas, y al final, sin más recursos que los nuestros y más ayuda que la de nuestros amigos y vecinos, el pasado 14 de junio celebramos el 101 cumpleaños del bloque número 2 de la calle Rodrigo de Guevara. Nuestro primer cumpleaños.

Durante estos meses previos hemos intentado acercarnos a los vecinos y vecinas del bloque procurando no ser invasivas, respetando los espacios de intimidad pero intentando en todo momento estar presentes y en contacto con las viviendas, con el objetivo de visibilizar la relación que tenemos con el espacio que habitamos. Hemos tenido respuestas de todo tipo, y hemos aprendido mucho de este proceso de toma de contacto y no ha sido fácil ganarnos la confianza y la colaboración del vecindario. De hecho, en los días previos al cumple fue cuando empezamos a notar la empatía necesaria para hacer el evento. Hemos comprobado cómo en un lugar tan íntimo y familiar como un bloque, donde vivimos prácticamente unos junto a otros separados por pocos centímetros de pared, no existe ningún “organismo” que trabaje más allá de la administración y que se preocupe por la otra cara de la habitabilidad o por la memoria arquitectónica y social del inmueble, y al final son las paredes, escaleras, techos y ventanas quienes guardan las historias, las rencillas o los buenos recuerdos del paso de una persona por un espacio doméstico, y hablar de esta relación no es tan fácil como parece. ¿No sería precioso tener un archivo doméstico de cada bloque y elegir una vivienda no solo por el número de metros sino por los otros aspectos que encierra la vida doméstica?

Durante los días previos al cumpleaños todo fue una contrarreloj y un aprendizaje forzoso en cuanto a autoedición, economía de recursos y producción hecha a mano. Imprimir las fotografías, diseñar un itinerario, realizar el montaje de manera que no entorpeciéramos la vida del bloque, pensar en las luces o en los espacios donde se podía generar más conversación… y sobretodo, esperar y desear que vinieran los vecinos. Poco a poco se iban asomando, había quien se quedaba un ratito y quienes se quedaron toda la tarde. Tuvimos la oportunidad de hablar con una vecina que llevaba más de 40 años viviendo en el bloque y nunca había visto el rellano con tanta vida, pero también con habitantes que acababan de llegar y que eran de otros países, para quienes pasar una tarde relacionándose con vecinos de un bloque del centro de Madrid les pareció una experiencia inolvidable. Una tarde llena de contrastes y de anécdotas donde conocimos mucho más lo que teníamos en común: el bloque, la calle, el barrio.

Quisiéramos destacar la colaboración de los vecinos que estuvieron presentes en la fiesta, ya que nos ayudaron en todo momento y se mostraron muy implicados con el cumpleaños. De hecho, durante la merienda y justo antes de soplar las velas se fue la luz. Ante la imposibilidad de acceder a los contadores generales, los vecinos solucionamos el problema de manera conjunta, una vecina abrió las puertas de su casa para poder tener enchufes, y al final de la merienda otro vecino se ocupó de dar acceso a la luz, aunque fuera de manera provisional. En este sentido también fue importantísima la ayuda y colaboración de nuestros amigos, quienes nos ayudaron durante los preparativos y nos apoyaron durante la fiesta.

Al finalizar la merienda propusimos que la expo se quedara colgada en las paredes durante unos días, de manera que los vecinos y vecinas que no habían podido asistir tuvieran la oportunidad de verla, y darle así una vida más larga a este regalo de cumpleaños. Lamentablemente no fue posible ya que nunca llueve a gusto de todos y la expo no fue del agrado de todo el mundo. Aunque sabíamos que no íbamos a contar con la participación de todos los vecinos, no nos esperábamos que un día después todos los materiales, fotografías y cartelas fueran a terminar en la basura. Aún así, es parte del proyecto que cada vez se desarrolle y termine de una manera imprevisible, ya que no todas las comunidades son iguales y lo que es más importante, Cumpleaños en el Bloque está sujeto a la cotidianidad de una comunidad, con la que tener plena confianza, agrado y colaboración nos resultaría si no imposible, muy difícil.

Dentro de lo triste de este final, pudimos recuperar muchas de las fotografías de la exposición que fueron devueltas a sus casas, y nos quedamos con lo que nos han dicho varios vecinos y amigos, quienes nos contaban apenados que fueron a ver la expo y ya no estaba. Roberto, un vecino, nos contó que desde entonces saluda de manera distinta a los vecinos cuando los ve por el rellano o por la calle y que eso para él es lo más significativo, y para nosotras es la mejor recompensa a todo el trabajo invertido.

Felicidades, Rodrigo de Guevara número dos. Ojalá dentro de cien años vuelvas a soplar tus merecidas velas.