Casa 5

Un salón

 

Foto 1 : El salón el día en el que llegamos en octubre de 2012. No tenía apenas muebles, tampoco la casa.
Foto 2: Nosotras mismas hicimos la lámpara, pintamos todos los muebles que pudimos de blanco  y empezamos a llenar la casa de plantas. Cualquier mueble nos servía de mesa.
Foto 3: Ya instaladas en una tarde de trabajo con una amiga (2013).
Foto 4: Tras mucho batallar, el salón es por fin pintado. Yo por aquel entonces me había mudado (2014 – 2015).
Foto 5: Esta foto me la mandan mis compañeros de piso. Ya no están mis cosas pero todavía conservan la mesa de palés que hicimos. El teléfono sin embargo, que era de mi abuela, me lo he traído a mi otra casa. Ahora tienen uno de los 90 (2015).

Foto 6, 7 y 8: se rescinde el contrato. En el salón nos reunimos antiguos y actuales moradores de la casa, ya que estas paredes han ido pasando de amigo en amigo. El salón se queda vacío, otras personas lo ocuparán. (Junio 2015)

Lo que iban a ser 15 días acabaron siendo 3 meses

  

Fotos de la obra del baño (diciembre de 2014 – febrero de 2015). El baño empezó a tener humedades en 2012 y estas, como una especie de plaga, empezaron a teñir de ámbar todo cuanto tocaban. El olor, el color, la temperatura, todo empezaba a ser incómodo. Finalmente se consiguió que fueran reparadas. Esta obra iba a durar lo que duran las vacaciones de Navidad, sin embargo, se convirtieron en parte de la casa, y Camilo en un compañero más. Hubo que pintar la casa entera y limpiar durante semanas para que fuera habitable.Por fin, baño nuevo.

En un encuentro que CEB mantuvo con la socióloga urbana Irene Lebrusán, hablamos largo y tendido sobre el concepto de vulnerabilidad doméstica, que se relaciona perfectamente con la vivencia de muchos vecinos de este bloque, y en particular de esta casa, cuyos inquilinos parecen estar programados para resistir un tiempo determinado en este inmueble, sintiendo en todo momento la necesidad de pelear con el (y a veces contra él) para conseguir mejoras en la calidad de vida por parte del propietario. Mientras tanto, la casa se cubre de cicatrices que en unos casos sanan mejor, y en otras, peor.En términos generales, la vulnerabilidad puede ser definida como la exposición a riesgos que conducen a un nivel socialmente inaceptable de bienestar (Hoogeven et al., 2005). Pese a que todos somos vulnerables a algo en la vida, no todos estamos expuestos a los mismos riesgos y no todos tenemos la misma capacidad de responder y recuperarnos frente a éstos, ya que la exposición al riesgo, la capacidad de respuesta o las consecuencias de éste no ocurren al azar ni en el vacío, sino que se dan con el contexto y las circunstancias que nos rodean y con la posición que ocupamos en el entramado social. La vulnerabilidad doméstica es también la probabilidad de que las condiciones de vida de los individuos y de los hogares se enfrenten a situaciones de estrés, y contempla dos  aspectos: los riesgos y eventos estresantes que ocurren en un inmueble y la indefensión o carencia de medios para manejar esos shocks por parte de los habitantes. Otros autores como Davies (1996) sintetizan la vulnerabilidad como un balance entre sensibilidad y resistencia (capacidad de resistir frente a un evento estresante y de recuperarse). Este balance puede ir cambiando en el tiempo, lo que hace que la vulnerabilidad sea dinámica, y dependiendo de las fuerzas o de la resistencia de los inquilinos, su paso y permanencia puede durar más o menos en una casa donde sea por el frío, las humedades o la luz, la vida sea vulnerable.

 

La presencia de Internet

 cumpleanos en el bloque 

Durante la reforma que se hizo en el 3c durante los meses de diciembre, enero, febrero y parte de marzo de 2014/2015 encontramos esta curiosa huella. Ya no puedo imaginar mi vida sin Internet. Utilicé por primera vez Internet a finales de los noventa, y poco a poco se ha convertido en parte de mi vida, una presencia que deja huella, no solo física, sin la cual me cuesta incluso imaginarme a mí misma. 

La habitación de las Marías

 

Foto 1: la primera noche que pasamos allí (2012). Al principio esta iba a ser mi habitación, pero se escuchaba demasiado al vecino, teníamos horarios muy distintos. Así que me fui a una interior y mi compañera (que tenía un sueño más profundo o sintió mucha pena por mí) se la quedó.

Foto 2: la misma habitación en invierno de 2015, con otra compañera de piso que tiene el mismo nombre que la primera que la habitó. Pareciera que todas las que viven ahí tuvieran que llamarse igual.

Foto 3: el día en que la casa se deja vacía. Junio de 2015. Lo curioso es que todas dejaron puestas las cortinas con las que alquilamos la casa. ¿De quién serían?